XVI ENAE – Encuentro Nacional de Agricultura Ecológica El futuro de la agricultura ecológica en la nueva normalidad post COVID-19 2 al 4 de noviembre de 2020

Con aportes y contribuciones de:

Vandana Shiva, Pablo Tittonell, Luiz Carlos Beduschi, Luis Gomero, María Scurrah, Miguel Altieri, Carmen Felipe-Morales, Silvana Vargas, Roberto Ugás, Louise Luttikholt, Juan Sánchez Barba, Patricia Flores, Hannes Van den Eeckhout, Enrique Jacoby, Tulia García León, Luis Ravello Gutiérrez, Marcos Filardi, Sven Schalit, Ines Gazzano, Clímaco Cárdenas, Gerardo Medina, Romel Peña Atao, José Alayo Mencia, Luz Gladis Vila Pihue, Jeydi Anay, Jeshu Javi, Yolotzin Bravo, Gabriela Souza, Juan Jayo, Rocío Zuñiga, Riders Rosini, Francesco D’Angelo, Rosa Palomino.

Moderadores:

Patricia Flores, Andrew Gibbon, Sofía Rubio, Saray Siura, Pierre Rouschop, Luis Vargas, Cecilia Mendiola, José Luis Zevallos Anfossi.

Síntesis:

Antonieta Manrique, Fernando Alvarado,

Maestra de Ceremonias:

Silvana de los Heros

EL FUTURO DE LA AGRICULTURA ECOLÓGICA EN LA NUEVA NORMALIDAD POST COVID-19

Presentación

Del 2 al 4 de noviembre de 2020, en el contexto del COVID 19, se realizó el XVI Encuentro Nacional de Agricultura Ecológica (ENAE) congregando (en forma virtual) a científicos, especialistas, promotores, productores, consumidores, emprendedores, jóvenes, hombres y mujeres interesados en debatir el futuro de la agricultura ecológica en la nueva normalidad post COVID-19. A continuación presentamos la síntesis de los temas tratados y las contribuciones a la agenda agroecológica nacional.

Interconexión: Agricultura – Biodiversidad – Salud – Cambio climático

Hoy en día toda la humanidad está interconecta por la enfermedad y la muerte debido la pandemia del COVID 19. La realidad debería ser a la inversa: los seres humanos necesitamos estar interconectados por la vida, la salud, la biodiversidad, la naturaleza y desde la alimentación saludable. La pandemia es una consecuencia de la crisis alimentaria, de los modelos de desarrollo agropecuarios dominantes y de la inestabilidad de los sistemas productivos. Estamos en la peor crisis económica desde la depresión de la década de 1930. La emergencia sanitaria se está transformando en una emergencia alimentaria y nutricional, sobre todo en los países en desarrollo.

Vivimos en un contexto de una invasión y agro suicidio por efecto del sistema alimentario agroindustrial dominante en todos los niveles: en la erosión de los ecosistemas, en los incendios de la amazonia y los bosques tropicales, en la manipulación de la compleja estructura genómica de los seres vivos, en los cultivos principales para la alimentación, en nuestros intestinos y en nuestra salud.

El estado de salud está relacionado al alimento que consumimos. La deficiencia de zinc produce depresión, la deficiencia de manganeso produce déficit de atención, entre otros males. El alimento es el tejido de la vida y la alimentación saludable en base a la agroecología es nuestra divisa.

La agricultura industrial es una agricultura de guerra y lo que produce no puede llamarse alimento. Se sustenta en un modelo de agricultura que destruye bosques y suelos, consume energía y genera productos que nos enferman. Además, el modelo de agricultura industrial genera el 30% de gases efecto invernadero. Por ello, debemos cambiar nuestra dieta (para enfriar el planeta) regresar a las tradiciones ancestrales de cuidado de la pacha mama, actuar ya que sólo nos quedan 10 años para cambiar el rumbo de esa agricultura y evitar el punto de no retorno del calentamiento global. El clima de la amazonia impacta en el clima de los andes.

Escalamiento: Agroecología – Territorio – Paisaje – Comunidades

La ciencia mecanicista, productivista, cortoplacista no puede ser el referente de la ciencia. Ciencia sin conciencia no puede crear una sociedad sostenible. Por el contrario, el rol de la investigación científica es contribuir a mitigar el cambio climático y los gases de efecto invernadero, aportar conocimiento para que los alimentos sean buenos, sanos y justos, se conserven, transformen y agreguen valor a la agrobiodiversidad.

Necesitamos cambiar la forma de evaluar la agricultura para identificar su verdadero costo ambiental y no solo económico. Medir los costos de los agroquímicos que destruyen suelos y generan resistencias de plagas y malezas, medir no sólo el rendimiento del cultivo sino del carbono que queda en el suelo y del agua que se usa, medir la variedad y calidad de los alimentos y la nutrición que aportan a la vida humana.

La investigación científica muestra, con evidencias y experiencias, que la agroecología funciona como sistema. Desde los elementos y los grupos humanos que la componen, brindando (i) servicios ecosistémicos (abastecimiento, regulación, apoyo y soporte cultural) y (ii) beneficios (productividad biodiversa, mejora de ingresos familiares, capacidad de carga nutricional, control biológico de plagas y enfermedades, organización social). Cada día son más las evidencias disponibles que pueden ser utilizadas, y numerosas las experiencias exitosas a visibilizar y valorizar.

Hay que insistir para que la innovación agroecológica, no sea vista sólo en su dimensión técnico- productiva sino también en sus dimensiones social, ambiental, cultural e institucional. Sin embargo, la agronomía no basta para garantizar la seguridad y la soberanía alimentaria. Es necesario un enfoque multi e interdisciplinario y multi e intersectorial que tome en cuenta los diferentes componentes del sistema, sus interrelaciones y sinergias. Asimismo, Las políticas públicas centradas en la educación, ofertas renovadas de postgrado, dialogo de saberes, universidades facilitadoras de procesos de innovación.

Intensificación: Industrial vs Ecológica – Transición zona vulnerable

Debemos enfrentar la trampa de la intensificación productiva de la agricultura convencional. El uso de agroquímicos tiene una curva exponencial en Brasil, Argentina o EEUU, por el uso del glifosato o herbicida RR. Sin embargo, cuanto más insecticida aplicamos, se genera más resistencia de plagas y de malezas. Lo mismo ocurre con los transgénicos Bt: mientras más se emplean se generan más plagas y más cáncer.

La agricultura industrial está provocando la pérdida de hábitats y creando condiciones desde la ganadería confinada o los bosques destruidos para que los virus surjan y se propaguen a los seres humanos mediante la zoonosis. El cambio climático genera falta de lluvias, impredecibilidad del clima e incremento de calor. En los Andes, los cultivos han subido 300 msnm, también suben las plagas. La deforestación de la Amazonía incrementa el cambio climático en el Perú.

Estas perturbaciones están poniendo a prueba la resiliencia de las cadenas de suministro de alimentos y exponiendo las vulnerabilidades subyacentes. Además, los alimentos ultra procesados que produce la agroindustria dominante son no perecibles y constituyen la principal causa de enfermedades no transmisibles.

Enfrentar el desafío de la transición y/o el escalamiento agroecológico desde la parcela al territorio es una necesidad. El territorio es un espacio físico, geográfico, demográfico, (incluye el flujo de los “retornantes” y/o “residentes”), económico, social, institucional, cultural y simbólico. El enfoque territorial y de paisaje agroecológico es imprescindible para reconocer y valorar la heterogeneidad y la diversidad del país; y el relacionamiento rural-urbano

Políticas públicas: Estrategias – Inclusión/Mujeres rurales – Modelos de desarrollo

La agricultura y la alimentación están en el centro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y la agenda 2030. Sin desarrollo rural, no se lograrán los ODS. Las 2/3 partes de las metas de los

ODS están conectadas con el mundo rural. Antes de la pandemia, cientos de millones de personas ya padecían de hambre, malnutrición y pobreza extrema en forma permanente, hoy son más vulnerables a los efectos de una recesión mundial. Existen 820 millones de personas malnutridas y 2,000 millones de personas en situación de inseguridad alimentaria.

La pandemia del COVID 19 ha profundizado y extendido la pobreza. El 2020, en América Latina y el Caribe, la pobreza pasó de 185.5 millones de personas a 230.9 millones y la extrema pobreza, de 67.7 millones a 96.2 millones, con un alto riesgo de hambre e inseguridad alimentaria para 1/3 parte de toda la población. Las mujeres rurales, los pueblos originarios y las minorías étnicas soportan una carga cada vez más desproporcionada, incrementando la exclusión, la desigualdad social y la expulsión de los jóvenes del campo. En el Perú hay 35 mil muertos y 1.2 millones en el mundo. El 85% de los fallecidos por COVID-19 en el Perú tuvieron enfermedades no transmisibles por malnutrición.

Fincas agroecológicas: Desafíos – Multifuncionalidad – Servicios (ecosistémicos y a la comunidad diversa)

Los principios agroecológicos guían el diseño de las fincas y la aplicación de tecnologías sostenibles (reciclaje de biomasa, gestión de biodiversidad con hábitat adecuados, uso de materia orgánica, reducción de pérdidas de energía y recursos, mejora de la matriz paisajística), para desencadenar procesos e interacciones entre los diferentes componentes de la finca. Los beneficios de la aplicación de los principios agroecológicos en el manejo de las fincas trascienden la producción, ya que se convierten en espacios de capacitación a la comunidad (escuelas, pobladores, estudiantes, productores), agroturismo, gastronomía, investigación.

Las actividades de las fincas han activado mercados locales, como las ferias y otros canales de comercialización directa, como abastecimiento de restaurantes y mercados especializados. La aplicación de los principios agroecológicos en las fincas demuestra la viabilidad de la agricultura ecológica desde una perspectiva productiva, ambiental, económica y social. Se recomienda el enfoque territorial para masificar la propuesta agroecológica a través del acompañamiento a los productores organizados. Interactuar con los gobiernos locales para promover mayores espacios de promoción, capacitación y apoyo a los pequeños productores agroecológicos. Proponer políticas y acciones desde el estado para institucionalizar la producción agroecológica en cada región como una estrategia para la seguridad alimentaria de la población y los sistemas alimentarios.

El peligro de los alimentos ultraprocesados

La cultura culinaria es de una gran complejidad: preservando alimentos, cocinando en casa, comiendo en familia y en comunidad, ritualizando la producción agrícola. Desde nuestra memoria culinaria podemos contarnos historias y fortalecer nuestra cultura alimentaria. Sin embargo, este círculo ha sido fracturado al adoptar productos ultraprocesados de una manera acelerada. En el Perú, el consumo de productos ultraprocesados creció en 107% en pocos años: de 40 kg. per cápita el 2000 a 83 kg. per cápita el 2013, aunque en Chile se consume 212 kg. per cápita, México 230 kg. per cápita y en EEUU 315 kg. per cápita.

La mala alimentación produce 8 de los 10 factores de riesgo de muerte, al producir sobrepeso y enfermedades no transmisibles, como diabetes, presión arterial alta, colesterol alto, deficiencia de hierro, enfermedades cardiacas y cáncer, que se agravan si se añade consumo de alcohol e inactividad física.

Para erradicarlas no basta etiquetar los alimentos ultraprocesados con los octógonos y educar a los consumidores. Necesitamos también: políticas de apoyo a la producción y comercialización de productos de la agricultura ecológica familiar; promoción de la culinaria nacional y el consumo de alimentos en casa; regulación del ambiente alimentario con control de publicidad e impuestos a AUP, prohibiendo su venta en escuelas y centros de salud.

Sistemas     alimentarios:    Producción     y    consumo     diversificado:    la transformación está sucediendo, pero ¡necesitamos acelerarla!

La agricultura orgánica/ecológica/biológica es un sistema de producción que mantiene la salud de los suelos, los ecosistemas y las personas. Se basa en los procesos ecológicos, la biodiversidad y los ciclos adaptados a las condiciones locales, más que en el uso de insumos con efectos adversos. La agricultura orgánica combina la tradición, la innovación y la ciencia para beneficiar al medio ambiente y promover relaciones justas y una buena calidad de vida para todos los involucrados. La agricultura orgánica y la agroecología buscan soluciones a múltiples problemas: Cambio climático, generación de servicios ecosistémicos, seguridad alimentaria, nutrición, igualdad de género y sostenibilidad.

Para ampliar la escala de la agricultura ecológica, necesitamos: cambiar los sistemas alimentarios y construir la resiliencia en todos los niveles transformando la agricultura Impulsar políticas de fomento, con recompensas por generar bienes públicos; aprobar e implementar un Plan de acción agroecológico; ampliar la Investigación y extensión agroecológica; mejorar los resultados/balance; apoyar a municipios ecológicos; impulsar compras públicas a agricultura familiar ecológica.

El proyecto NAM (Nutrición en Agro-ecosistemas de Montaña) es una iniciativa específica de IFOAM AL en Perú y otros países de montaña, con iniciativas para mejorar la nutrición sobre el terreno.

Circuitos cortos de articulación entre productores y consumidores ecológicos

Se puede replicar experiencias de circuitos cortos de comercialización de otros países para vincular a productores y consumidores ecológicos, adaptándolas a las condiciones específicas del Perú. En Europa, “La colmena que dice sí” es usada por 6.6 millones de personas para comprar alimentos ecológicos a través del internet y es un emprendimiento social rentable y autosuficiente.

Para ello, es necesario diferenciar lo empresarial de lo gremial y lo no gubernamental para gestionar fondos del Estado, la cooperación internacional y socios privados, a fin de crear una empresa social rentable, con productores y consumidores organizados en modelos de economía solidaria como cooperativas; con un plan de negocios viable que asegure rentabilidad y sostenibilidad económica del emprendimiento.

Juventudes por la agroecología

En Perú, la Federación de Estudiantes (FEUA) de la “Universidad Nacional Agraria – La Molina” apoya la agroecología y lidera una Red de extensión Universitaria y la Escuela de extensión comunitaria, campesino-campesino. Dicha organización trabaja con 3 ejes: saberes ancestrales, investigación en diversidad genética y política agraria. En Ancash, los emprendimientos familiares están liderados por jóvenes como Kushi Wallpa, que ganó el Fondo Wiñay, como beneficiario del Proyecto FORMAGRO y miembro de Slow Food Perú.

En México se creó el Programa Nacional de Transición Agroecológica y Patrimonio Biocultural. Los jóvenes no son el reemplazo, sino los ecutores de las políticas existentes, promotores del policultivo y la defensa de nuestras culturas para hacer cambios históricos.

En Brasil el Grupo de Trabajo de Mujeres de la Associação Brasileira de Agroecología, afrodescendiente y ecofeminista, del estado de Acre, impulsa unidades de conservación desde un enfoque ecofeminista pues sin feminismo y sin juventud no hay agroecología.

En Argentina, la Red de Cátedras Libres de Soberanía Alimentaria propone un nuevo paradigma frente a modelos agro extractivos, por sus graves consecuencias en la pandemia. Al agredir a la naturaleza nos agredimos a nosotros mismos, porque somos lo que comemos.

Los jóvenes ponen el cuerpo para enfrentar las agresiones, pero articulando redes y buscando alternativas para construir alternativas de buen vivir por todos los territorios y rescatar la diversidad en la tierra desde redes de cooperación como forma de construir alternativas. No hay salida individual, ni solo como nuestro consumo como acto político, requiere poner el cuerpo y construir poder popular.

El movimiento Alsakuy es una expresión de la juventud agroecológica Latinoamérica

Gastronomía y Biodiversidad

La agrobiodiversidad está en peligro. Se puede perder sus variedades por la homogenización que impone el mercado. La siembra en mezcla y su consumo diverso es lo mejor para la nutrición, pues necesitamos ingredientes variados, comer diverso y recuperar la tradición de nuestros ancestros. En aspectos como la Denominación de Origen del pallar, no se han logrado los objetivos iniciales para los que fue creada esta herramienta de la Propiedad Intelectual.

Esto se debe a la falta de articulación de los productores con el mercado y a la falta de sensibilización de los consumidores. La falta de difusión, articulación y continuidad en las políticas agroalimentarias y normativas técnicas a nivel de gobierno representan un gran riesgo para incorporar los productos nativos y biodiversos al mercado nacional tanto como para el mercado de la exportación. En los restaurantes, la toma de decisiones debe hacerse con equidad en toda la cadena agroalimentaria: reconocer los aportes nutricionales de los productos, el precio justo de cada uno, las temporadas y todas las acciones que estén en línea con el cuidado del medio ambiente y la biodiversidad.

Resaltar la importancia de entender el contexto de los aspectos sociales en las prácticas económicas de la reciprocidad y de autoconsumo en el Perú rural desde la pequeña agricultura, con un enfoque en la sostenibilidad. Los alimentos ecológicos nos dan más energía, son cultivados con amor, con respeto, con cariño. Por eso es necesario cambiar de paradigma en los restaurantes, creando menús diversificados basados en la estacionalidad de la tierra para comer productos de temporada, cambiar nuestra dieta y comunicar a los consumidores que debemos dejar respirar la tierra para proteger nuestra biodiversidad.

Se debe aprovechar la normativa vigente en cuanto a registros de variedades nativas, fortalecimiento de capacidades en el campo, y acciones de fomento de la biodiversidad y sostenibilidad desde el gobierno central, especialmente a nivel regional, siendo una herramienta también para la sociedad civil en su conjunto. Por último, se debe promover la investigación académica enfocada en la gastronomía y el uso de las herramientas de la Propiedad Intelectual.

Last modified: septiembre 4, 2024

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